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Mauricio Nieto

La selección jugó y el Catatumbo lloró


Era un día caluroso en la ciudad. La temperatura llegó a los 31° y el ambiente al pasar la tarde se volvía más tedioso.

El cielo estaba despejado, el sol más despeinado que nunca, las aves cantaban más fuerte de lo habitual.

Por las calles se veía la multitud más uniformada que de costumbre, deambulando de un lado a otro, todos se encontraban con el mismo objetivo, esperando la ora cero. Pero ese día que pintaba como de verano llegó a su fin. Las nubes llegaron y con ellas la furia del Catatumbo.

Todo se empezó a oscurecer. La gente corría para resguardarse y no dañar su uniforme. Ese que solo se utiliza en fechas especiales que para muchos vale la pena reconocer.

Era una tormenta eléctrica lo que se avecinaba al horizonte de la montaña y que en cuestión de minutos tocaba tierras urbanizadas por cerca de 100 mil habitantes. Pero hoy el clima no impedirá la reunión. Todos, al punto de las 6:30 de la tarde, estaremos atentos a la pantalla del televisor. Nuestra selección Colombia jugará y con ella están todas nuestras esperanzas de pisar suelo ruso.

Comienza a llover Las primeras gotas de lo que fuera un tensionante encuentro futbolístico, se empezaron a derramar en la cancha del estadio Nacional del Perú, en el Distrito de Lima, pero también en Colombia corrían por nuestras frentes, mientras que el cielo también sudaba.

Un partido empezaba y desde los primeros minutos nos tenía con el corazón en la boca. Perú nos tenía al trote y sin chance de gol empezábamos a especular sobre nuestro futuro en un mundial lejano. La selección no la daba.

El minuto 28, el 30, el 39 y durante prácticamente todo el primer tiempo, la selección no supo llegar al Perú, y nosotros en frente de la pantalla, nos comíamos las uñas ante de impotencia de ver a un equipo extraño con nuestra tricolor puesta.

Me preguntaba si realmente llegarían, hasta que por fin el tigre lo hace al minuto 43, pero se come la presa antes de tiempo, y Colombia una vez más queda a la deriva, navegando en el diluvio que caía sobre la ciudad que se iluminaba por las bengalas del Catatumbo, quien en varias ocasiones nos aturdía con su voz y nos obscurecía con su luz.

Mientras tanto, termina el nefasto primer tiempo y el marcador con un infinito 00. Aproveché, miré la colina y en lugar de una calle con hermosas casas, observaba un río. Un caudaloso río que recogía todo la suciedad de una sociedad. Una sociedad que en nada tiene en cuenta lo que en su entorno sucede. Y que todo lo que sucede es tan normal como la destrucción de ella misma.

En un momento recordé haber leído las noticias, y me imaginé que, así como ese caudaloso río se lleva todo a su paso, debería existir la manera de desechar también a la suciedad de nuestros gobiernos. Un gobierno que no gobierna sino que abastece su bolsillo, cuida de sus intereses propios, administra la riqueza del país para que al final de su mandato no sea de todos sino de ellos. Un gobierno que actúa por dedocracia, que no funciona y que obsoleto se encuentra. ¡Ojalá existiera ese río!

Segundo tiempo Seguía el Catatumbo llorando y sus gritos estremeciendo la ciudad, al mismo tiempo que su luz oscurecía la nuestra. Ya estaban en el campo, y tan solo 5 minutos habían pasado cuando James, el 10 de nuestra Colombia nos hace vibrar.

Ya no importaba la lluvia, los truenos y relámpagos, ahora era nuestro mundial. Por primera vez, el país empieza a soñar con conquistar el norte, con ir al país frío, con conocer a los inventores del primer avión supersónico de pasajeros que nos llevaría a su país, el primer satélite que nos llevaría al espacio, ese espacio que nos mantiene soñando con el mundial de Rusia 2018. Colombia, había marcado el primer gol que le daría el boleto directo al mundial pero no sería una dicha completa pues Paolo Guerreo metería al minuto 75 el primer gol peruano en un tiro libre indirecto.

El país se detuvo. Sentí un vacío en el lugar en donde estaba. Me sentí solo. Todo estaba en silencio y nuevamente se volvió a escuchar el llanto del Catatumbo. La lluvia no cesaba y la angustia de no ir al mundial crecía.

Rumbo al mundial La cancha era más bien un lugar tranquilo, mientras que la tribuna se calentaba. Los colombianos y los peruanos se la pelearon. Uno más que el otro. Pero en el futbol como en el Catatumbo, todo es posible. Cosas como la dedocracia que otorga licencias ambientales a quienes se liman las uñas con el billete.

Argentina empata con Ecuador, abriendo camino a nuestra selección rumbo a Rusia. Con el marcador que teníamos era más que suficiente. Los colombianos corrían y veían también su tiempo, hasta que por fin Ricci pitó el final y la selección voló al mundial.

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