En la decimoquinta jornada del paro nacional, la ciudad de Barranquilla vivió protestas frente al estadio Romelio Martínez en las que se pidió la suspensión del partido entre el Junior y River Plate por la Copa Libertadores.
Las bombas de estruendo que la policía detonó para dispersar a los manifestantes se escucharon dentro del estadio y el uso de gases lacrimógenos resultó en la suspensión del partido por tres minutos.
Aficionados, periodistas deportivos y analistas han cuestionado si la Copa América, cuya final se disputaría en Colombia, aún debería llevarse a cabo debido al contexto de las protestas y la represión policial.
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