Las mayores exportadoras de carbón en Colombia han cometido graves violaciones de derechos humanos y ambientales en las comunidades que habitan las zonas de explotación. 5000 menores indígenas Wayuu han muerto donde opera la mina de carbón El Cerrejón. No obstante, ante el apagón que resultará del cierre de las importaciones de gas ruso, Alemania pidió al gobierno colombiano un aumento de sus exportaciones de carbón.
Tras la llamada el 6 de abril del canciller alemán Olaf Schulz al presidente Iván Duque, el saliente mandatario colombiano dio vía libre a El Cerrejón, la mina a cielo abierto más grande del mundo, para desviar el arroyo Bruno y explotar el mineral que se encuentra en su lecho. Expertos advierten que la desviación del arroyo causará que se seque, impidiendo el acceso al agua de miles de indígenas y campesinos.
“Alemania y Europa pararon su consumo de carbón ruso como rechazo a la injusticia con el pueblo ucraniano. Ahora deben ser consecuentes y evitar también el carbón colombiano, para no financiar el sufrimiento del pueblo Wayuu y demás comunidades abusadas por la explotación de carbón” afirman Unidas por la Paz, agrupación de mujeres ambientalistas y defensoras de DDHH.
El Cerrejón, un “monstruo depredador”
Karmen Ramírez, activista de la comunidad indígena Wayuu asentada en el departamento colombiano de la Guajira donde opera El Cerrejón, la mina a cielo abierto más grande del mundo, denuncia la crisis humanitaria que padece su comunidad a causa de ese “monstruo”, como lo llaman en el territorio las comunidades cuyo medio ambiente ha sido depredado por la mina.
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