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Fatiga por compasión, cuando la empatía te desborda


Se llama fatiga por compasión y suele ocurrir cuando la empatía con el sufrimiento del otro es excesiva y la energía compasiva empleada sobrepasa la capacidad de recuperación y te desequilibra emocionalmente


El término fue empleado por primera vez por Carla Joinson en 1992, al realizar un estudio sobre el síndrome de quemado (bournout) en enfermeras de urgencias, y es que la fatiga por compasión afecta especialmente a sanitarios, psicólogos, psiquiatras, terapeutas….


Pero también puede impactar en aquellas personas excesivamente sensibles con el dolor y el sufrimiento de sus más allegados o al personal de rescate que debe afrontar una catástrofe o emergencia humana continuada o muy intensa.


Así lo explica a EFEsalud la psicóloga forense y sanitaria Timanfaya Hernández, quien conoce de cerca el tema y atendió a los bomberos que trabajaron en las labores de rescate del accidente de avión de Spanair.


(Este siniestro ocurrió en 2008 en el aeropuerto de Madrid-Barajas y en el mismo fallecieron 154 de las 172 personas que viajaban a bordo).


En este caso, relata, hubo un claro efecto por el sufrimiento y la impotencia que provoca no poder ayudar más de lo deseado en una situación tan dramática.

No obstante, subraya, la fatiga por compasión se suele dar en general por una exposición repetida de los profesionales a los acontecimientos traumáticos que sufren sus pacientes y familiares.


Y es que el cometido de aliviar el sufrimiento de las personas en momentos cercanos a la muerte o con un padecimiento físico o psíquico muy intenso no es tarea fácil.


A diferencia de otros síndromes como el Burnout, este se suele adentrar lentamente hasta provocar trastornos en el estado de ánimo.

Apunta la especialista que aunque no hay estudios concretos en función de la la edad, se podría presuponer que los profesionales más jóvenes pueden ser presa más fácil, al tener menos práctica a la hora de poner distancia y no llevarse a casa los problemas del otro.


La fatiga por compasión, apunta el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP), es más difícil de diagnosticar puesto que no es tan conocida como la fatiga por ansiedad, la fatiga por estrés o la fatiga emocional.


La compasión es un sentimiento de profunda simpatía y pesar por otro que es afectado por un sufrimiento o desgracia, acompañado por un intenso deseo de aliviar el dolor o eliminar su causa.


Pero paradójicamente, la capacidad de compasión y la empatía son elementos fundamentales para realizar un trabajo cercano al dolor y al sufrimiento del otro ser humano.


Fatiga por compasión: factores principales

De acuerdo con la información de la web del ISEP, que cita a varios autores y estudiosos del tema, en la fatiga por compasión existen cuatro factores principales que contribuyen a su desarrollo:

  1. Pobre autocuidado.

  2. Trauma no resuelto del pasado.

  3. Incapacidad o negativa para controlar los factores del estrés.

  4. Y falta de satisfacción en el trabajo (Olha Myezyentseva, 2014).


Añade además que algunos síntomas previos suelen pasar inadvertidos, como la disociación, la ira, la ansiedad, trastornos del sueño, agotamiento y sensación de estar abrumado, pesadillas, sensación de impotencia y fracaso.

Náuseas, cambios en el peso, dolores de cabeza, mareos, desmayos, y problemas de audición; síntomas como el abuso de sustancias, pasar menos tiempo con los pacientes y amigos, parecer indiferente, aparición de sarcasmo y cinismo, también forman parte de esta lista.


De acuerdo con la misma fuente, la fatiga por compasión comparte con el estrés postraumático tres grupos de síntomas:

  1. Reexperimentación (revivir, recordar con una gran carga emocional).

  2. Evitación y embotamiento psíquico (actitudes de distanciamiento tanto físico como afectivo de las personas, no sólo pacientes).

  3. Hiperactivación o hiperarousal (estado de tensión, alerta permanente y reactividad)

Fatiga por compasión: tratamiento

Para su tratamiento, se pueden encontrar una serie de sugerencias básicas (Samhsa, 2014):


El personal psicoterapéutico y sanitario que trabaja en este tipo de entornos debe centrarse en la construcción y/o mantenimiento de sus capacidades y fortalezas, contribuyendo a su capacidad de recuperación conductual, cognitiva, física, espiritual y emocional.


Por esta razón debe enfocarse en los componentes básicos de la resiliencia:

  1. Dormir adecuadamente.

  2. Tener una buena nutrición.

  3. Practicar actividades físicas regularmente y la relajación activa (por ejemplo, yoga o meditación).

Por otro lado, es importante tomarse el tiempo necesario para aprender acerca de la población con las que se trabaja.

Para ello es útil iniciar conversaciones que promuevan sentimientos positivos entre la persona y su entorno.

De igual manera, se debe participar en la celebración de los éxitos y en el dolor de las derrotas junto a los compañeros de trabajo

Estar a solas un tiempo también permite ver las cosas con perspectiva, pensar, meditar y descansar.

Incluso, en momentos, alejarse del entorno y/o población tratada, puede ayudar a recordar que no todos los lugares son problemáticos.

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